Me he burlado del concepto "artesanal". Pensaba que era conveniente para todos aquellos que estaban comenzando sus propias aventuras emprendedoras en esto tiempos modernos. Sin embargo, desde hace unos días, me he estado sintiendo identificado con esto que tanto he criticado. Me he dado cuenta que también soy un artesano, un creativo. No del que toma la pluma o un pincel y se raja con una obra maestra. Me he esmerado en aprender a utilizar herramientas específicas para crear y mejorar. La diferencia es que mi trinchera no es un taller. Mi trinchera es virtual.
Soy un ávido del constante aprendizaje. Esta obsesión por el conocimiento me ha llevado a certificarme en áreas como la calidad y el manejo de proyectos. Pero también he tomado senderos que no necesariamente concluyen en una certificación o graduación. Son senderos empíricos de como llevar la idea a la realidad. Creación es la palabra clave. Mis experiencias también son mis herramientas. Claramente no son físicas como el serrucho y martillo. Son metodologías, estadísticos, procesos y formatos que al final de cuentas se convierten en mi apoyo para solucionar problemas.
Soy un artesano también. No del que acostumbra forjar con sus manos. Mis manos no forjan. Pero tal cual artesano, hago uso de mis herramientas para crear realidad y solución. Hay arte en mi trabajo. Hay un despertar creativo en cada problema. Soy un creativo moderno. Soy un artesano.